1/19/2007

Lo mejor de 2006


Ayer me dió por mirar lo mejor (musicalmente hablando) del 2006 según la revista Rockdelux y Mondo Sonoro. Así, que con la ayuda de la mulilla me puse a escuchar a las pocas horas algunos de esos discos. La verdad que estoy un poco decepcionado, hay cosas que me gustan, Camera Obscura (sobre todo la canción "Lloyd, I'm ready to be heartbroked") en internacional o Atom Rhumba en el apartado nacional; a lo mejor tengo que dedicarle más escuchas, pero sigo pensando que hay grupos antiguos que suenan mucho más modernos (Can, Devo, Dexy's midnight runners...). Además que en mi caso no puedo decir que sea por nostalgia, porque cuando sonaban yo estaba en pañales o estaba por ahí jugando al fumbol con los colegas del colegio.
Lo que sí me gustó bastante son las recomendaciones de una página inglesa (pitchforkmedia) sobre música y un grupo llamado Menomena.
En fin, para gustos colores...

1/11/2007

Rebelarse vende, de Joseph Heath y Andrew Potter (Parte 1)

Hacía unos días que estaba dándole vueltas en la cabeza a escribir una reseña sobre este libro y como estaba aquí aburrío y la mula no se acaba de descargar los nuevos episodios del enano rojo que deseaba, pues me he quedado sin excusas para no escribirlo.
En primer lugar, este libro a mí me ha sentado como una jarra fría que te echan por encima mientras estás en la siesta. Pero no, no es uno de esos libros "esclarecedores" que te explican que estás alienado porque los medios de comunicación están aliados con las grandes multinacionales para anular tu creatividad (aunque puede ser cierto, por qué no) o poniéndose más irónico, que tienes un trauma porque tu madre te reprendió injustamente cuando eras un tierno infante y te cagaste en la bañera, frenando así tu potencial artístico.
En fin, que este libro actúa como el niño en el cuento de traje nuevo del emperador y te habla de cosas que son aplastantemente sencillas y medianamente obvias. ¿A qué me refiero? Pues que la contracultura es otra forma de consumismo y que "pedir lo imposible" en definitiva para lo que sirve es para que todo siga igual. Es decir, que por tener siete piercings, que te guste la música reggae, compres productos de comercio justo, tengas rastas, etc, etc no eres mejor que el típico caballista repeinao con gomina y con el polo de Lacoste. Y lo que es peor, que para el sistema eres igual, sólo que a tí te gusta consumir otro tipo de productos. Lo malo es que este ejemplo se puede aplicar a todos los estilos de contracultura, ya sean hippies, punks, vegetarianos, anarquistas (y sigue con tu propia lista) ...
Otra de las conclusiones de este ensayo es que los movimientos contraculturales (y la izquierda con ellos) han asumido la idea de que la revolución se puede hacer divirtiéndose, cambiando la cultura y los contenidos de los medios de comunicación o consumiendo productos que no dañan al medio ambiente o que fomentan el comercio justo. Esto, aparte de ser acomodaticio, es perfectamente inútil y queda claro que el sistema no sólo no se resiente, sino que aumenta su gama de productos que ofrecer. Bueno, aquí matizo un poco, que parece que estoy defendiendo la "teoría de la apropiación" (el capitalismo anula las corrientes rebeldes y subversivas convirtiéndolas en modas), cuando estos señores lo que afirman es que la contracultura está ya vendida de antemano. Y ponen como ejemplo a los "hippies" en los 60: gracias a ellos Volkswagen vendió mogollón de escarabajos y furgos, además de los fabricantes de ropa, de equipos de música y de discos. Lo de la ropa no deja de ser curioso: resulta que antes del movimiento hippie todos los hombres vestían más o menos igual; en fin, un aburrimiento. Con la explosión del movimiento hippie esto cambió para siempre y desde entonces los hombres tenemos un sinfín de prendas, colores y complementos para elegir y la industria textil recibió un regalo de la hostia.
Weno, lo dejo aquí con la promesa de continuar y os dejo el enlace a otra reseña del libro

1/08/2007

Cine malo y cine peor: Escuela de jóvenes asesinos (Heathers), 1989

Las gripes invernales dan mucho tiempo para pensar, hacer el vago y echarle una ojeada a toda esa lista de pelis que te bajas y que dejas ahí grabadas en dvd's para un día que puedas verlas. Este fin de semana he pegado un buen repaso a la lista, en especial a los Frankenstein de la Hammer, que son una delicia, pero lo que me ha motivado a escribir ha sido una peli de finales de los 80 con Cristian Slater y Warrona Ryder, Heathers, que aquí en España se llamó (por una vez me gusta más el título en español) "Escuela de jóvenes asesinos". La recordaba de cuando la echaron en el Plus y yo iba al insti y guardaba un recuerdo grato de ella, como una peli simpática en la que el Slater se cargaba a los populares de su instituto haciéndolo pasar por suicidios, de forma que convertía el suicidio en una moda. Pues bien, qué desilusión al revisitarla hoy, qué mal le ha sentado el paso del tiempo, mucho peor que Las aventuras de Ford Fairlane (comparten el mismo guionista) que aún siendo mala todavía te hace reir. Ni siquiera he podido aguantarla hasta el final y es que, joder, parece inverósimil desde el principio, desde que se cargan a la primera Heather dándole de beber desatascador. La tía en vez de rabiar de dolor (me parece que tardaría un buen rato en morir envenenada) se cae redonda al suelo y muere en un suspiro. luego dejan una nota de suicidio y ya está. Pero lo peor viene después, con los dos jugadores de fútbol a los que disparan y lo hacen pasar como un suicidio mutuo. En fin, no reviento más detalles de la peli, lo que pasa es que es mala de cojones y la principal razón creo que es que no se deja llevar por un espiritu más gamberro que haría olvidar que lo que estamos viendo es del todo inverosimil, en lugar de eso se alarga y se hace insoportable. Pues a lo que iba, que me canso ya de escribir, que esa es la diferencia fundamental entre el cine gamberro de los 70 y las pelis de los 80: que las primeras están hechas con mucho morro y se pasan por el forro las leyes de la lógica, de tal modo que si a cada rato estás viendo una cosa que chirría ya deja de chirriarte porque te acostumbras. Mientras que Heathers intenta ser realista y cuando ves algo que no cuadra te saltan todas las alarmas, por no hablar de la música, Dios! quién hacía las bandas sonoras en esa década? es pa matarlo. Pues lo mismo que digo de esta peli se puede aplicar a otra de principios de los 90 :Rebelión en las ondas, también con el Slater. En definitiva, que a fin de cuentas el cine de hoy por un lado no está tan mal si lo comparamos con el de la década de las hombreras, aunque, por lo menos, en esa época todavía se hacía un cine basado en los personajes (por muy patéticos y planos que fueran) y no en las explosiones.