8/09/2009

"I cento passi": una mirada diferente sobre la mafia

Desde siempre me ha encantado el cine de mafiosos, desde la saga de la familia Corleone en "El Padrino", la mirada más realista de Scorsese en "Uno de los nuestros" o la más gamberra de DePalma en "Scarface", por no citar "Pulp fiction", de Tarantino. Estos son sólo alguno ejemplos de un género con personalidad propia incrustado dentro de otro más amplio como el cine negro o policíaco. Por eso, cuando me recomendaron "I cento passi" pensé inmediatamente en una peli italiana más reciente, "Romanzo criminale" que prácticamente es un ejercicio (delicioso) de utilizar la estética Tarantino (banda sonora excelente incluida) e incluirla dentro de un trasfondo más profundo, como es revisar la historia reciente de Italia. Al echarle el primer vistazo por encima a I cento passi (2000) me quedé un poco decepcionado: ni pipas, ni mafiosos vestidos de traje, ni canciones de la época acompañando las ocasionales explosiones de violencia... No obstante, después de haberla visto, estoy muy satisfecho con el resultado, el film me parece notable y a must see. En efecto, "I cento passi" no se adscribe a las pautas ya comentadas, sino que nos muestra a la mafia vista desde fuera, desde la perspectiva de los ciudadanos que conviven con ella y para los que la palabra omertà no es simplemente el título de un libro de Mario Puzo.
El film está basado en hechos reales, en lo que ocurrió a finales de los 70 en un pueblito siciliano llamado Cisini, cuando un joven llamado Peppino Impastato (sic) desafió a la mafia local a través de una emisora de radio pirata, haciendo mofa y escarnio pública de ella, que es lo que más le duele a todos los poderosos. La verdad es que el retrato psicológico de este joven inquieto (y un tanto inconsciente y/o con más huevos que el toro de Osborne) está muy conseguido gracias en gran parte al gran trabajo del actor protagonista (Luigi Lo Cascio), pero la peli trasciende los tópicos del biopic y no se queda en simple hagiografía. En realidad, o que más me fascina de la peli es la ambientación y los personajes secundarios. Entre ellos me quedo con el padre de Peppino, un hombre que no ve contradicción moral alguna en trabajar para la mafia y que sólo piensa en el bien de su familia o el capo de la mafia local, "Tano" Badalamenti, un tipo para nada glamouroso a la manera a las que no tiene acostumbrados Hollywood, sino más bien un señorito cazurro, pero con el que no te meterías si lo vieses por la calle.
Otra cosa que me encanta de la cinta es como sugiere más que muestra los chanchullos y la corrupción de la mafia, así como la connivencia y aquiescencia (qué ganas tenía de meter este palabro alguna vez) de los poderes fácticos. Por ejemplo, cómo la policía siempre acude para defender los intereses de los mafiosi (aunque el jefe de la policía parece que simpatiza con la causa de Peppino y sus melenudos amigos) o cómo, en un momento dado, el prota expone que en la construcción de la futura autopista habrá un montón de curvas para que se compren los terrenos de los mafiosillos (si alguna vez habéis conducido por el Sur de Italia supongo que os sonará algo esto). Y respecto al contexto histórico, me encantó que al final salga a relucir el asesinato de Aldo Moro, aunque no puedo explicar cómo ni por qué sin reventaros la película.
Y, como curiosidad, resaltar que otro punto a favor de la cinta es que no cae en lugares comunes para atraer la simpatía del espectador. Por ejemplo, en un momento dado Peppino le da de lado a la comuna hippie que utiliza la radio para proclamar el amor libre. El director nos muestra a este movimiento tan "contracultural" como la trampa que fue: en un momento dado el capo de la mafia se congratula de que los hippies hagan sus protestas bañándose desnudos, porque parece que así la lucha del protagonista se desprestigia y vacía de contenido hasta llegar a una cosa que mueve a risa. Y, yendo más allá, porque si se dedican a algo tan idealista como luchar contra la represión sexual burguesa dejan al poder real en paz. Aunque ésta es mi interpretación, ya digo que lo mejor de la cinta es que, al contrario de lo que nos acostumbra Hollywood, no nos da un mensaje ya predigerido. Por último, mencionar que no me parece casual que salgan a relucir los nombres de directores como Pier Paolo Pasolini o Francesco Rosi a lo largo del film y parece que éstos han servido de modelo al director de Los cien pasos, Marco Tullio Giordana.