11/15/2007

Klaus Kinski (1929-1991)

Su familia era de origen polaco pero se trasladó a Alemania al poco tiempo de nacer él. Su padre los abandonó poco después y el pequeño Klaus sufrió muchas penurias y necesidades sobreviviendo a base de pequeños robos. Durante su adolescencia, las levas de las Juventudes Hitlerianas lo mandaron al frente pero pasó gran parte de la Segunda Guerra Mundial en campos de prisioneros.

Más tarde se interesó por el teatro donde consiguió varios éxitos trabajando al lado de grandes directores teatrales, pero pronto pasó al cine, que consideraba más rentable. En los años 60 se dio a conocer en el país germano por una serie de policíacos donde explotaba su característica fisonomía y su mirada desquiciada para hacer papeles de maníaco y villano, rol que le marcaría el resto de su carrera en el cine, ya que se encasilló como psicópata. Más tarde se trasladó a Italia donde a finales de los sesenta y principios de los setenta se especializó en films de terror barato y en spaghetti westerns, algunos tan destacables como La muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965) o El gran silencio (Sergio Corbucci, 1968).

Pero su carrera no se caracterizó por ser muy selectiva con los papeles, así estuvo presente en un montón de producciones casposas de serie B y Z a las órdenes de directores como Joe D’Amato (famoso por el porno después) o nuestro Jess Franco, que parece ser que fue su director preferido y uno de los pocos con los que entabló una relación de amistad. El actor dijo en cierta ocasión que llegó a filmar diez películas en un año, tres al mismo tiempo y hasta un protagonista en apenas dos horas (en una peli de Franco, Justine).

El otro director con el que más trabajó, aparte del Tío Jess, fue con Werner Herzog, con el que mantenía una relación completamente tormentosa. Ambos se odiaban a muerte (y aquí no es una frase hecha) y convirtieron los rodajes, ya de por sí complicados de películas que se rodaron en la selva amazónica como Aguirre, la cólera de Dios (1972) o Fitzcarraldo (1982) en un auténtico infierno. En el documental Mi enemigo íntimo (1999), el director alemán cuenta que los indígenas que participaron en “Fitzcarraldo” tenían por costumbre hablar muy bajo, casi susurrando, y cuando oyeron los gritos y la furia desatada de Kinski se espantaron tanto que le pidieron seriamente matar al “demonio rubio”.

No obstante, los trabajos por los que Kinski es más recordado y respetado son precisamente los que realizó con el director alemán y viceversa, el trabajo de Herzog nunca ha sido tan brillante como en las cinco películas en las que colaboró con este maníaco ególatra. La relación entre ambos se enturbió cada vez más y se rompió definitivamente en Cobra Verde (1987), cuando el actor abandonó el rodaje sin terminar la película. Dos años después pidió ayuda a su némesis para rodar Paganini (1989) y ante la negativa decidió rodarla, montarla y protagonizarla él mismo, cosechando un fracaso de crítica y público en el que sería su último trabajo en la gran pantalla.

Sus memorias llevan por título Yo necesito amor (All I need is love), pero en el libro no habla precisamente de amor, sino de sexo salvaje, excesos y perversiones, detallando sus orgías o sus proezas sexuales, de las que facilita todo tipo de detalles. Pero no se olvida de arremeter contra Herzog (al que agredió físicamente en varias ocasiones); entre el montón de lindezas que le dedica (“miserable, apestoso, envidioso, maligno, cobarde, traidor”) despacha así su talento durante el rodaje de Aguirre: “No tiene la menor idea de cómo se hace una película (…) Hace tiempo que ha renunciado a preguntarme si estoy dispuesto a llevar a cabo sus aburridas chorradas, ya que le tengo prohibido hablar”.

A pesar de este temperamento peligroso, muchos directores de renombre (Fellini, Visconti, Spielberg…) requirieron sus servicios y fueron rechazados. Aunque parezca mentira es el padre de la bellísima Natassja Kinski, pero su relación no era muy buena y ella ni siquiera asistió a su funeral, en 1991. Se cuenta que el director español Fernando Colomo, al conocer su muerte, no pudo evitar decir “pues descansemos en paz”, recordando los malos ratos que pasó durante el rodaje de El caballero del dragón (1985)

11/13/2007

Lo mío y yo (1988), de Doris Dörrie

Aquí estoy de vuelta y esta vez para hablarles de una película que parece que se encuentra injustamente olvidada y reitero lo de injustamente porque aunque no estemos hablando de una obra maestra sí es una cinta bastante original y muy divertida.
Y es que ¿conoceís alguna otra película que esté basada en la relación entre un hombre y su miembro viril? Griffin Dune (Jo, qué noche, ¿Quién es esa chica?) es un ejecutivo que el día de su cumpleaños descubre que su pene puede hablarle y como si fuera un anti-Pepito Grillo le incita continuamente a abordar a las chicas y a tener aventuras amorosas, poniendo en riesgo su vida familiar y laboral. Partiendo de este argumento descabellado y un poco zafio, la película sabe evitar en gran medida el humor fácil y de trazo grueso, además tiene momentos hilarantes y originales. Pero por lo que no hablamos de una obra redonda es precisamente porque a la peli algunas veces le falta ritmo y parece tener tiempos muertos. O más bien está un poco desiquilibrada: en un momento se suceden muchas escenas graciosas y hay otros momentos que parecen serios.
De cualquier modo, estamos hablando de una película muy disfrutable y divertida, sobre todo si se ve acompañado.
Por otra parte, se podrá decir que el retrato masculino que hace la directora alemana Doris Dörrie es un poco tópico, pero en gran parte de las ocasiones los tópicos son verdaderos. Además el pene representa "el ello" masculino (si me permiten esta apropiación de la terminología freudiana) que da energía y autoconfianza al protagonista pero que lo puede llevar al desastre debido a que no tiene límites en su capacidad de desear y no respeta las normas sociales (vamos, más o menos lo que le pasaba a Jack Nicholson en Lobo). Pero olvidénse de este análisis y vean la peli, que es un buen ejemplo de lo que la comedia ochentera llegó a dar. Además parece que la idea original surgió de un relato del escrito italiano Alberto Moravia.
En cuanto a los múltiples gags, mi preferido es cuando el pobretón ejecutivo Griffin Dune, que aspira a llegar a la cima de su empresa puede escuchar gracias a su "amigo" lo que dicen los penes de sus jefes, que están todos amargados porque saben que las amantes de los peces gordos fingen en la cama. Recuerdo que uno de ellos decía también "a su mujer no le gusto, no quiere ni tocarme" (o algo así) .

11/11/2007

Presencias inquietantes en pantalla

Hola de nuevo, hacía ya mucho tiempo que no actualizaba el blog y he pensado en hacer un ranking-chorra de esos, que siempre tienen buena acogida, mientras preparo otros temas. Así que he preparado una pequeña lista de actores que transmiten mal rollito en la pantalla, no son los clásicos malos, pero sí tienden a hacer papeles de villano o en todo caso de moral ambigua, uno nunca está seguro de que sean buenos y además todos comparten un físico cuando menos inquietante. Empezamos de menos a más:

-Malcolm McDowell: este inglés comenzó con muy buen pie en el cine de la mano del Free Cinema. Con tan sólo 25 años el angry young man Lindsay Anderson lo escogió como protagonista de If... (1968), que tendría su continuación en Un hombre de suerte (1973). Sin embargo, el papel que marcaría su carrera sería el de Alex, un chaval flipado con Beethoven y la ultraviolencia que con sus colegas drugos viola y asesina al ritmo de la canción Singin' in the rain (¿inspiración para los actuales canis si cambiamos al genial sordo por el no menos sordo Haze?). El caso es que, al pillarle este papel tan joven le pasó como al no menos inquietante Anthony Perkins, que ya pasaría de por vida a ser identificado con Norman Bates. Como decía, este papel parece que marcó su carrera posterior y en 1979 saldría haciendo del no menos esquizoide y violento emperador Calígula a las órdenes del erótomano Tinto Brass. No obstante, ese mismo año también hizo de "bueno" en Los pasajeros del tiempo, una peli de la que guardo muy buenos recuerdos de haberla visto de pequeño y en la que interpretaba al mismísimo H.G. Wells que en realidad había inventado la máquina del tiempo y viajaba al New York setentero. Poco después volvió a las andadas haciendo de hermano malo de la bellísima Nastassja Kinski (¿de verdad Klaus Kinski pudo tener una hija así?) en el remake de La Mujer Pantera. Y después se dedicó a dejarse ver en producciones típicas de Hollywood explotando su faceta de malvado taimado como en El trueno azul, Curso 1999 o más recientemente en la serie Heroes.
-David Warner: Otro inglés con una amplia filmografía y también habitual del terror y la ciencia-ficción. No obstante, no se ha encasillado tanto como McDowell en papeles de malo y en algunas ocasiones lo ves en un rol positivo y casi te lo puedes creer, ahora cuando hace de villano hijo de puta es uno de los mejores. Además, este tío transmite clase y saber estar. Me parece que la primera vez que lo ví fue haciendo de Jack el Destripador en Los pasajeros del tiempo, poco después en Perros de paja (1971) haciendo de retrasado que desencadena la masacre a manos de Dustin Hoffmann y más tarde en Tron (1982) haciendo de programa de ajedrez convertido en dictador del mundo virtual. Pero vamos, también era y sigue siendo habitual de series de tv, así que no sé si estos fueron los primeros papeles en los que lo vi. Respecto a la tele, hace un año o así vi Twin Peaks (cuando la echaban en la tele amiga todavía no llegaba la señal hasta mi pueblo) y cuando salió él haciendo de juez de paz no me lo podía creer, recuerdo que pensé algo así como "ostia, ya el que faltaba". No piensen mal, es que su aparición es como la guinda del pastel de esta serie tan misteriosa y tan inquietante (me parece que he repetido ya bastantes veces esta palabra), además hacía aparición en medio de una tormenta. Y eso, que en otras pelis donde también lo borda son En compañía de lobos (Neil Jordan, 1984), Body bags (1993) o Necronomicon (1993) y también se ha dejado ver en comedias como Un genio con dos cerebros (1983) o Museo de cera (1988).

-Donald Sutherland: El único, el inimitable, el rey de la ambigüedad y del malrrollismo, cuando directamente no es un villano perverso, es un tío raro o degenerado, que fuma porros (en una época donde no era algo tan cotidiano como hoy) y parece tener tendencias sexuales un poco desviadas. Por ejemplo en Doce del patíbulo (1967) o Los violentos de Kelly (1970). Ya desde joven apuntaba maneras y se estrenó en films de terror como Dr. Terror (1964), junto a los grandes Peter Cushing y Christopher Lee en uno de los mejores films de cuentos de terror de la productora Amicus o en Te espera la muerte, querida (1965). Aunque es verdad que algunas veces ha hecho papeles positivos como en Klute o en MASH, también hay que ver que no es un "bueno ortodoxo" como mandan los cánones, lo habitual es que empiece como medio bueno y acabe demostrando que es un chungo de la vida, si no piensen en Desmadre a la americana (la novia de uno de los protagonistas le pone los cuernos con Donald) o en La invasión de los ultracuerpos (no doy detalles que reviento la peli). ambas de 1978. Pero si este actor se ha quedado clavado en mi memoria como tío en el que no se puede confiar es por tres films. El primero, Johnny cogió su fúsil (1971) y es que ¿dónde se ha visto un Jesucristo que no puede consolar al bueno de Johnny en su desdicha? Más fuerte aún es su papel en El ojo de la aguja (1981) donde interpreta a un espía nazi que no tiene reparo alguno en matar traicioneramente a todo el que entorpezca la consecución de sus objetivos, incluido un antiguo amigo al que recomienda callar llevándose un dedo a la boca mientras les apuñala (¿os suena de algo? ¿una peli de Spielberg, quizás?). Aunque al final de la peli me dio un poco de pena, yo creo que de verdad estaba enamorado de la prota y no le iba a hacer nada, lo que pasa es que a la fémina le dió un arrebato patriótico del quince. Y, por último, otro papel antológico, el de fascista en Novecento (1976). Yo creo que nunca he visto a ningún malo tan malo como el que sale en esta peli, que no tiene miramientos en matar friamente a gatitos o en violar niños junto a su futura esposa para terminar dándole muerte de modo cruel. Inolvidable, ya quisiera tener su hijo Kiefer (Jack Bauer) una cuarta parte del currículum de su padre. En cuanto a su estado actual, Donald Sutherland mantiene más o menos su estatus de estrella y sigue saliendo en superproducciones como Fallen (1998) y haciendo de diablo, nada menos; Maleficio (2005), The Italian Job (2003) o la simpática Space Cowboys (2000), donde el maestro Eastwood hace una metáfora donde compara a los pioneros de la carrera espacial con la forma antigua de hacer cine y ver la vida. Y a mi modo de ver no le falta razón, ¿acaso en el cine actual hay malosos como los que interpretaron estos tres actores?

11/03/2007

Por fin: "Faster, pussycat! Kill! Kill!" (1965)



Después de una semana de pelea con el PC, del que he declarado su muerte oficial al menos tres veces. Anoche resucitó de nuevo y parece estar en mejor forma que nunca. Así que, tras ver el capítulo final de Los Soprano, me dispuse a ver la peli que coloqué hace meses en "coming soon", una salvajada de Russ Meyer, ese clásico del cine trash llamado Faster, pussycat! Kill! Kill!
Y para qué engañarles, la película es mala, terriblemente mala, pero completamente disfrutable y divertida. La verdad es que esta peli fue hecha con cuatro duros, pero mis peros no van por ahí y es que las interpretaciones algunas veces son ridículamente exageradas (la chica rubia, Lori Williams, se lleva la palma en este aspecto) y el score se hace insoportable en la mayoría de las ocasiones, con una música estridente que se encarga de subrayar lo que ocurre en pantalla como si fuera un tragedia cuando en realidad el argumento es absurdo y más provoca la risa.
Pero al fin al cabo no es esto por lo que la peli es recordada y se ha convertido en objeto de culto, sino por ser una gran gamberrada hecha a mayor gloria de los coches, la velocidad, la violencia y las (malas, muy malas) chicas. En primer lugar tenemos este grupo de tres voluptuosas delincuentes juveniles lideradas por una Tura Satana convertida en un icono pop de la sexualidad salvaje y pateadora de culos masculinos. Una mujer de bandera, de gran busto, sugerente escote, cintura de avispa, caderas donde no se pone el sol y una melena tan negra como su ropa (a destacar el detalle de los guantes). Uno de los personajes masculinos da una definición ajustada de ella: "es demasiado para un sólo hombre".
Sin olvidar a sus dos compañeras, una rubita que, como ya he dicho, actúa mal y no es muy guapa, pero sí muy atractiva y Haji, otra morena morbosa que parece mantener una relación lésbica con Tura (o al menos está enamorada).
Hay que señalar que la gran Tura ha participado en muy pocas películas, pero se ha convertido en una leyenda gracias a ésta y a The Astro-Zombies (1968), una bizarrada que para algunos críticos es aún peor que el Plan 9 from the outer space de Ed Wood, lo que ya son palabras mayores.
En fin, ¿he dicho ya que el argumento es lo de menos? Y es que ésta es una peli de escenas, de imágenes que se te quedan clavada en la retina (y en la líbido) y es que Tura es fantasía sexual es la chica malísima y peligrosa que todo hombre desea (ojo, que sólo desea, pero tampoco es que sea su anhelo vital, está claro que es un deseo irracional y suicida porque está claro que se trata de una dominatrix/mantis que te acabaría destruyendo). Bueno, pero tampoco es plan de ponernos a hacer psicoanálisis salvaje.
La verdad es que Faster... me ha gustado más que otras obras más conocidas de Russ Meyer, como Supervixens o Megavixens, ésta es mucho más entretenida y se hace corta en comparación con las otras, que a mi juicio adolecen de cierta falta de ritmo narrativo. Aunque el guión de Faster también sea descabellado al menos tiene un principio y un final, las de la saga Vixens más bien parecen una sucesión de escenas (eso sí, también muy disfrutables).
Y es que aquí el maestro del cine trash consigue crear iconos, así como una estética parecida a los cómics y un homenaje al rock & roll (aunque la única canción rock suene en los títulos de crédito del final). Además la cinta ha envejecido muy bien, mejor que otras cintas de parecidas características como Salvaje, con Marlon Brando (que me perdone Moebius), o el Easy Rider de Dennis Hopper.
Por último, una anécdota que no deja de llamarme la atención y es que, aunque es evidente que la película está dirigida al público masculino, parece que las lesbianas adoran esta película y en general todo el cine de Meyer. Y es que en su cine las mujeres son muy deseables pero no están reducidas nunca al papel de objeto, son siempre féminas de gran carácter (y de marcadas curvas, algo que por mucha que el mundo de la moda intente cambiar es algo que atrae a muchos hombres).
Galería de capturas:

El plano contrapicado nos coloca en una situación de inferioridad psicológica respecto al objeto fotografiado, siendo útil para reforzar la imagen de autoridad. Aunque en este caso también nos ofrece una interesante perspectiva del escote de Tura.



La exótica Haji, en pleno ataque de celos.

Umm, ¿a qué me recuerda esto?